Sobre Religión

domingo, 14 de noviembre de 2010

Exponiéndome

De pasarme me pasan cosas y bastantes; será porque soy de los que me expongo un poco más de lo que se expone la media; que no pienso como se supone que se debe pensar ante nuevas situaciones, que soy sencillamente naif…; naturalmente, no siempre son cosas agradables.  Cada tanto me dan un palo, cada otro tanto me encuentro metido en un pequeño lío en que me las veo  y me las deseo para salir indemne.  Por lo general diría que  - entre lo bueno y lo malo que me ha sucedido - lo positivo supera  con mucho a lo negativo;  es más, añadiría  que  por lo general lo negativo tiene algo de lo que lo positivo carece o tiene en poco peso; obliga a la reflexión, por ende amplia el conocimiento.
No hablo aquí de héroes, de aventuras legendarias o de temeridades ciegas. Por principio, los adelantos del mundo apenas dejan resquicio para verdaderas hazañas; apenas veinte años atrás todavía era posible algo de ello, pero nunca como en los tiempos de los grandes descubridores,  que más o menos finalizaron a mitades del XIX; hoy en día hasta en el rincón más recóndito se capta la señal de un celular y no hay ya tierra ignota alguna que podamos encontrar en un mapa (o en google earth).  No hay misterio ya, cuanto mucho diferencias… e indiferencias. Comemos con China, cenamos con la India; las tradiciones se convierten en espectáculo para los turistas, los centros históricos de antiguas ciudades terminan pareciéndose a falsas copias de lo que fueron, son Disneylands de turno;  en el extrarradio o en los nuevos barrios  es difícil saber si estás a las afueras de Estambul o limitando con ciudad de Mexico.  Hablo de una exposición a un mundo casi sometido en que  todo se supone y se presupone; o sea, un mundo cotidiano en donde la sorpresa es mínima y no va más lejos de lo doméstica.  Pero, todavía,  y para suerte nuestra, queda  entre esos límites de suposición y presuposición una franja-  aunque mínima - para el asombro y para el desconcierto. Hay poco que buscar, poco que imaginar; los riesgos se han reducido a eventos fortuitos donde la vida en sí misma no está amenazada, son puramente contratiempos. Aún así, rápidos somos a sentir nuestra seguridad en peligro, intimidada. Pero yo soy flojo, me pesa demasiado acarrear con tanques y corazas; me agota el esfuerzo del control continuo; la barrera y el límite; sobre todo la barrera y el límite cuando me han sido dados sin explicación y sí mucha justificación; muy raramente de primera mano; generalmente en ambigua segunda mano, por no decir de dudosísima afirmación expandida.  Pocos son los que te dicen “a mí me pasó”, que te cuenten el detalle y la historia; que sean posibles la pregunta y el matiz; muchos los que emplean a  “un amigo mío”  cuyo nombre no recuerda o te advierten de tener precaución por lo que han leído o han oído.  No digo que no haya que escuchar, ni que no haya que considerar; hay que hacerlo pero no para frustrar de manera  definitiva la acción que se pretendía abordar, sino como cuidado y prudencia ante la misma. A partir de ahí será experiencia propia.
Tiendo por lo general a desconfiar de mis propios miedos, sobre todo de aquellos que no tienen más respuesta que el miedo en sí mismo, miedo irracional o subconsciente. No aguanto la cobardía paralizante, que aunque impulsiva e irrefrenable pueda manifestarse en alguna ocasión;  entiendo que no hace otra cosa que mermar mi libertad, y en consecuencia mi capacidad de conocimiento y de crítica.  
No voy de héroe, lo remarco: expreso tan solo. Me atrevo a expresar y con ello a exponerme al aplauso, al desprecio, al ánimo, a la indiferencia o al señalamiento. Si acaso hablo es porque creo que soy con todos… que cuantos más sean más seré yo.  Hablo de mi circunstancia, de mi desahogo; de mi aportación y de lo que me han aportado.
Sí, soy hijo del momento, por eso lo explico, por eso me interesa el momento del otro; a veces tan diferente, a veces tan cercano.  Sí, mi momento es importante, al igual que todos los momentos que existen. Quiero exponer, necesito exponer; porque así como desearía comprender, me deseo comprendido.
De pasarme, decía, me pasan muchas cosas.
Seguiré algún día; ahora tengo hambre.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Una de gitanos.

Decía al principio de este blog en el título “Como prólogo”  que  “los seres humanos somos un poliedro de múltiples e incontables caras que producen diferentes perspectivas, tonalidades, brillos y sombras.”  Os contaré una historia
Con dieciséis años más o menos, en  una tarde temprana,  me monté sobre mi moto decidido a recorrer los campos vecinos  a la casa en donde vivía.  Disfrutaba -  como sigo haciéndolo - de la naturaleza y de sus paisajes. Me habría alejado un par de kilómetros cuando una piedra se vino a cruzar con la rueda delantera;  caí muy malamente al borde del camino. La moto sobre mi cuerpo y la cabeza chorreando sangre a profusión.  Intenté   apartar la máquina pero no tuve la fuerza suficiente. Me entró un ataque de pánico y empecé a pedir socorro lo más alto que podía. Al poco vi un coche que se acercaba. Un matrimonio de mediana edad (clase media blanco) que seguramente volvía de un día de picnic. Paró junto a mí; me sentí aliviado. El hombre, que conducía, abrió la puerta y me preguntó qué tal estaba, le conté lo que había pasado, que necesitaba ayuda; miró a la mujer quien le dijo “mejor vámonos que se ensuciará todo el coche de sangre”. Así hicieron. Intenté de nuevo zafarme de la moto que me aprisionaba, no tenía fuerzas. Volví a gritar por auxilio; esta vez más fuerte. Cual milagro   apareció un gitano; rápido se puso en la faena; apartó la moto y con amabilísimas palabras mezcladas con chiste me tranquilizó; busco unas hiervas que puso sobre la herida en la cabeza, me dijo “aprieta, niño,  que la cosa no es tan grande”; se levantó y empezó a vocear el nombre de  alguien que con él estaba por esos campos. Se presentó rápido otro gitano con un cesto lleno de espárragos, apenas le dejó decir palabra y le ordenó que fuera al poblado en donde vivían a buscar un coche para trasladarme al hospital. Igual pasó media hora hasta que aquel volvió con un viejo Seat 24 destartalado; en todo ese tiempo me contaba historias; mi cabeza apoyada en su regazo.  Cuando llegamos a emergencias me dejaron en la puerta, “ve tú” me dijeron,” no podemos acompañarte hasta dentro si no queremos meternos en problemas”. “Qué problemas?” pregunté. “Pensarán que nosotros te hicimos algo” respondieron. Les dije que yo podía contar lo sucedido. “No sabes lo que esto muchacho” añadió uno de ellos. Les pedí sus nombres para poderles gratificar. Tampoco quisieron dármelos; por lo mismo, por no tener problemas. Las heridas no fueron graves, un par de puntos en la frente, otro en la ingle y algunas magulladuras y golpes.
Tengo suerte en la vida!; me pasan cosas que me permiten ver mundos que antes no hubiera imaginado. A partir de ese acontecimiento para mí el gitano dejó de ser lo gitano; desde ese momento entendí que más allá de una comunidad está  siempre el individuo, individuo único a pesar de su propia comunidad.  Poliédrico como todos los humanos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Hoy no escribo, hago Copy-Paste

Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo. Medio pan y un libro

Medio pan y un libro.

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

sábado, 6 de noviembre de 2010

CONOCERSE O INTUIRSE?


¿Conozco de mi? cuanto mucho me intuyo en base a mi experiencia. Experiencia que ha podido dar respuestas incorrectas para mi bienestar, que me ha podido hacer más egoísta, temeroso, recluido; menos expansivo. Experiencia que por otro lado ha podido acertar algunas respuestas para seguir apostando por la compasión, la generosidad, la apertura… Si algo sé de cierto es que soy con los otros; por reflejo y reflexión. Pero creo que nunca me conoceré y si algún día lo hago será el fin de mi mismo; o mejor, en las ocasiones en que creí conocerme es que estaba henchido por la vanidad o seco por la amargura. Soy -como todos -  un mundo, un poliedro multiplicante, una sorpresa…; y en esa medida no pierdo el deseo de ser mejor y mejorar; para mi bien y para mejor fortuna. Me diréis que uno se define por sus acciones, comportamiento y pensamiento; por su reacción y su respuesta frente a la vida. Entonces tendría que definirme en cada momento, ya que cada momento es cambiante; son infinitas variables que actúan en cada instante; una noche mal dormida o una noche disfrutada, una crisis global que a todos sobrecoge, un que te quedes sin luz por no poder pagar la factura o que puedas derrochar porque la suerte te ha sido amiga; a todo esto se te cruza una sonrisa, una llamada inesperada o envuelto por pensamientos errantes te recuerdas en la misma calle que estás pisando jugando feliz siendo niño. Un pellizco de nostalgia te sacude, cuando - justo en ese instante - otros niños actuales te envisten alegres, distraídos… quién sabe, quizás sonrías benevolente. O, cambiando la escena, te recuerdas en la misma calle siendo regañado por tu madre por vete a saber qué, quizás dirás a los niños malhumorado que anden con cuidado.. Quién sabe cuál será tu reacción, dependerá, dependerá…
Pero es una pequeña exposición en eventualidades conocidas, en límites comunes; sin embargo, qué conocemos de nosotros cuando el exposición es mayor, cuando ignoramos el límite. Pregúntese usted mismo quién sería viviendo una guerra, quién con la enfermedad y el hambre como compañeras diarias, quién obligado a huir o emigrar, quien cuando la vida de otros (no vida como extensión, sino como contraposición a la muerte) dependiera de sus decisiones… No obtendrá respuesta preguntandose a usted mismo, ni tan siquiera la puede imaginar; pero sí puede -aunque sea de lejitos - intuirse a través del otro; del emigrante que se le cruza y vaga por calles que le son extrañas; de aquel otro que se agarró al primer santo para sentirse protegido (qué le paso?).

 Cuando alguien me suelta convencido eso de “yo me conozco”, me dan ganas de decir: “no, amiguito, no; usted solo conoce las pequeñas cosas que le son comunes; si realmente quiere sorprenderse de si mismo y darse cuenta de que no tiene ni idea de quien es expongase y expándase; entonces hablaremos".


Quizá sea radical; pero es que ya me canso de tantas frasecitas achicletadas y acomodadas tipo “conócete a ti mismo”, “para poder amar hay primero que amarse a uno mismo"

Poetas, poesías

.Dejo ahí unos links de poesías que por su profundidad, lírica o expresividad me mueven particularmente.

Oda a Walt Whitman (Lorca)    Por ser tremendo manifiesto a lo autenticidad.
http://www.poemas-del-alma.com/oda-a-walt-whitman.htm

 - Canto a mi mismo (Walt Whitman)   Bellisimo canto a lo que vive
http://amediavoz.com/whitman.htm#1.%20Me%20celebro%20y%20me%20canto%20a%20m%C3%AD%20mismo.

- Hay un pais en el mundo (Pedro Mir)  Me fascina el uso del ritmo, el juego impresionante con las preposiciones. El empleo de la metáfora, la luz tropical, así como el dolor tropical
http://www.latinartmuseum.net/busqueda.htm

. Yo no quiero mas luz... (Miguel Hernandez) Simplemnte me parece bella, clara como la luz de la que habla
http://www.poemasde.net/yo-no-quiero-mas-luz-que-tu-cuerpo-ante-el-mio-miguel-hernandez/



- La vida es sueño (Calderón) Ufff! cuanta verdad
http://eldiariodemedianoche.blogcindario.com/2009/01/00332-libro-completo-la-vida-es-sueno-de-pedro-calderon-de-la-barca.html

- Oda I - La vida retirada (Fray Luis de León) Hermosa, moderna, profunda.
http://www.poemas-del-alma.com/fray-luis-de-leon-oda-i---vida-retirada.htm

-  Cántico (San Juan de la Cruz) Un idiota me dijo en una ocasión, esa poesía es de un gay enamorado. No entendió nada.
http://www.poesi.as/sjc01.htm

martes, 2 de noviembre de 2010

Mas respeto y menos tolerancia por favor.

Etimología de Respeto

Del lat. “respectus” (cf. it. “rispetto”, fr. “respect”, ingl. “respecto”), compuesta por el prefijo “re-” – “de nuevo, nuevamente” y “spectus” proveniente del verbo “specio” – “ver, mirar a”. Ésta última proviene de indoeuropeo *spek- “observar”

Etimología de Tolerancia

Del latín “tolerans” gen. “tolerantis” que es ppa. de “tolerare” – “soportar, cargar”, emparentado con el verbo “tollere” – “levantar”

La tolerancia por tanto tiene que ver con la capacidad individual de soportar; el respeto no tiene que ver con cargas, tiene que ver metaforicamente con la vista; dicho, con la capacidad de observar. Lo uno tiene que ver más con lo físicamente soportable, lo otro con lo intelectualmente soportable. Soportar una carga es una acción pasiva, observar es por contra una acción activa. La tolerancia carece de curiosidad, el respeto la exige.

Un día que me estremeció la vida (poema libre); él tenía los ojos claros...


Jaurias de perros hambrientos son mis besos,
que apenas los mantengo en su obligado encierro.
Deleite de luna que yo disfruto,
inquietud y celo despierta en ellos.

No entiendo que el mismo claro que a mi tanto hipnotiza,
color que calma el dolor interno,
desate en ellos pasión incierta.

A orilla mansa, borde de tus ojos, descansan mis pupilas;
 Intensidad de luz se fija en mi retina:
 te retengo.

Agradezco tus miradas regaladas
que se rinden, cuando miran, de tus miedos necesarios.
Puedo dormir tranquilo: te has entregado.



lunes, 1 de noviembre de 2010

NO HAY NADA PEOR QUE UN TONTO CON IDEAS

Llendo a mi pueblo a visitar a mi familia y a mis amigos en cierta ocasión me presentaron a un hombre que había sido bombero; al enterarse que yo vivía en esos tiempos en Nueva York mostró mucho interés por mi, aunque apenas conversamos. A partir de ese día no dejaba de cruzarme con él por la calle; siempre simpático y sonriente saludaba y me soltaba palabras amables. Yo no entendía nada; pero le seguía la corriente. Una mañana lo ví a lo lejos y ya me preparé para la cordialidad acostumbrada; pero no, ese día se acercó hasta mi con mucho respeto y me dijo que si no me importaba que hablara conmigo. Naturalmente le dije que no; estaba de vacaciones y en esos momentos no tenía ni urgencia, ni me había citado con nadie; simplemente paseaba.

La conversación fué como sigue:

- ¿y que tal por Nueva York? eh?
- Pues bien la verdad que bien
- ¿y se vive bien allá?
- A mi me gusta, sí
- Y conoces a mucha gente?
- A bastante

Cuando ya presentía que el personaje iba a salirme por lugares poco comunes, me soltó
- Mira, Eduardo (se acordaba de mi nombre) lo que pasa es que tengo un invento
. ajá!
. Como tu sabes yo era bombero, y despues trabajé en la refinería en la prevención de incendios. El otro día viendo la televisión se me ocurrió. Estaban poniendo una noticia sobre una falsa alarma de bomba en el metro de Nueva York y plás allí mismo se encedió la lucecita.
Antes de que pudiera hablar el me preguntó
- Conoces a alguien que trabaje en el metro de Nueva York? Pero arriba, bien arriba
Le contesté que no.
Como sea que no se quedó contento decidió ir más a la directa
- Imagino entonces que debes de conocer al alcalde o a alguien importante
- No, tampoco- y éste idiota?, pensé, quien se cree que soy?
- Bueno como me habías dicho que conocías gente en Nueva York... - dijo con cierto disgusto mezclado con desprecio
A fin de acabar de la mejor manera con ese absurdo traté de mostrar interés, para luego deshacerme de él y continuar mi paseo.
- Bueno... una manera de hacer que tu invento llegue a las autoridades del metro de Nueva York es que busques por internet MTA, que son las autoridades del transporte allá, trata de ponerte en contacto con ellos y les explicas; puede ser que estén interesados.
- No puedo - me dijo
- Es por el inglés? - deduje - Si es por el inglés no te preocupes allá siempre hay gente que habla español.
- No, tampoco es por el inglés
. Entonces? - pregunté sorprendido
- Es que si les explico el invento me lo pueden robar
- Entonces - ya harto - sería bueno que primero lo patentases y luego hablaras con ellos.
- Eso es demasiado caro y complicado - repuso convencido.
No sabiendo como sacarmelo de encima le pregunté
- Y de que se trata el invento?
- Cómo que te lo voy a decir a ti? - me miró como si yo fuera un estúpido - es un secreto.

Sin más dió por finalizada la conversación y se marchó airado. Ahi se me ocurrió la frase: No hay nada peor que un tonto con ideas.

sábado, 30 de octubre de 2010

CUANDO HAY POSIBILIDADES...

Él  era un héroe;  era un héroe sin heroicidad, de aperitivo, de los preciados de sí mismos en la terraza de un bar junto a los amigotes, o con una copa en la mano. Capaz de señalar la falta de coraje de cualquier personaje que se las pela y da la cara, poseedor infinito de soluciones para cualquier desafío del mundo; naturalmente convencido, apasionado y desafiador; imparable hasta no hacerse merecedor del aplauso de sus oyentes o del silencio de su oponentes.  Sus ideas se confirmaban en la lectura; asiduo que era a las  novelas de aventuras y a las historias de famosos prohombres y revolucionarios; algún que otro ensayo de esos profundos y a un sin fín de revistas ecológicas, antiglobales, filosóficas… No gustaba de tarjetas de crédito, aunque escondía el Master y la Visa (para la emergencias) tras carnets de todas las ONG,s  reconocidas, a todas se apuntaba:  greenpeace, amnistía internacional, médicos sin fronteras…  y no faltaba a manifestación que denunciara las injusticias del mundo; daba los mismo que occidente se largara de Afghanistan y deje que ellos se gobiernen, que reclamando (años antes) a esos mismos gobiernos que de una vez por todas frenasen las barbaridades que los talibán hacían con sus mujeres; si por casualidad le preguntabas, todo era cuestión de detalles.  Él definitivamente se encontraba cómodo consigo mismo, con su buena conciencia .
Sin esperarlo su madre recibió la noticia de que un tío del pueblo había fallecido. Para allá fueron y se enteraron de que dicho tío les había dejado todas sus tierras, que no eran pocas. Volvieron del pueblo. Su madre le pidió que fuera él que se cuidara de eso.
Llamó al capataz; le comunicó que a las primeras vacaciones  iría para allá; que mientras tanto se preocupara de todo como lo había hecho en vida de su tio. Aquél contestó que tranquilo.
Y tranquilo emprendió viaje al cabo de unas semanas. Quitando la visita última por el entierro no había vuelto al pueblo desde su niñez, cuando los largos veranos  de tan gratos recuerdos; paraíso perdido y añorado al que – por la razón que sea – nunca había hecho el más mínimo esfuerzo por recuperar. Vino a querer el destino que fuera de esta manera; de cualquier modo se sintió dichoso.Aún no había llegado y ya sentía los frescos aromas de antaño, los colores y la fuente; todo era bonito.
El capataz lo recibió en la estación. Para su sorpresa le trató de don, a lo que él le dijo extrañado “pero, Manolo, que soy yo el de siempre, el que corría por estos campos y has visto crecer. A qué viene ese don?” y continuaron.
Manolo, el capataz, le fue informando en el camino. Que si la huerta y los gusanos, que si las manzanas se pagan poco, que si el tractor ya no sirve. Nuestro amigo pensó que todo se arregla, solo hay que invertir y que el tío dejó dinero suficiente.  Apenas llegaban a las tierras; al borde del camino, en hilera, barracas minúsculas hervían de niños semidesnudos y harapientos. “Qué es eso?” preguntó señalando. “Las casas de los jornaleros”, contestó el otro.  “Y esos niños?”. “Son los hijos… paren como conejos”. A nuestro amigo se le desagradó la escena y trató de poner la mente en blanco; siguieron viaje en silencio.
Pararon el coche junto a un extenso invernadero; salieron  a recibirlos, sudorosos y curtidos, marroquís, negros de vete a saber que país africano, ecuatorianos, y algún que otro españolito a quien la bondad económica del momento ni le rozaba. Uno por uno lo saludaron y el más tirado p´alante  se atrevió a comentarle - esperanzado – de las dificultades por las que pasaban. Sin saber que responder fue el capataz quien tuvo que intervenir. “Venga, venga al trabajo!, que el señor viene de un largo viaje y no está ahora para escuchar quejas”. Todos se fueron sin ni siquiera decir adiós.
-          “Manolo” - preguntó al rato -“cuantos empleados tenemos?”
-          “Bueno, señor”- y se excusó por lo de señor – “eso depende de la temporada; fijos son unos veinte, cuando la cosecha podemos llegar a cien”
Los días que pasó en el pueblo fueron un poco más de lo mismo. Con los amigos de infancia, hijos en su mayoría de jornaleros, algunos de ellos ahora empleados suyo, no podía obtener ni conversación, ni aplauso de lo brutos que eran; con el par de riquitos, o sea, dueños como él de invernaderos y de tierras, se le hacía intolerable por  fachas y de derechas. Ansiaba volver a la ciudad, a la civilización.
Llegó el día. El capataz lo despidió en la estación hasta la próxima. Ya en el trayecto de vuelta pensó, "así les va, tan ignorantes unos como los otros!"

- "Y qué tu crees hijo? - preguntó su madre..
-         -  “Mejor vendemos; eso está muy lejos y es mucho trabajo”
No fue malo el pellizco, dio y sobró. Después de volar a Nueva York y confirmar el horror del imperialismo americano; después de unas vacaciones a una recóndita isla tropical para relajarme porque me lo merezco tras tanto trasiego, después de cambiar de coche porque el que tenía estaba muy viejo, poco seguro y ecologicamente hablando un desastre; después de mudarse a una casa frente al mar, “ya sabes, el ruido y la contaminación de la ciudad.; a mi siempre me ha gustado la naturaleza”; después de cambiar de computadora y de televisión a una que parece una pantalla de cine,  después de tantas cosas finalmente pudo descansar. Se sentó en su nuevo sofá dispuesto a empezar un libro que le acaban de regalar sobre un hombre a quien admiraba, no sé si era Nelson Mandela o Vicente Ferrer; bien que antes se puso pensativo. Le vino una frase a la cabeza: “Lo peor de todo es la ignorancia”.  Se sintió sabio. Abrió el libro y recordó que al día siguiente se manifestaban.

Definitivamente, estaba cómodo y satisfecho consigo mismo.

viernes, 29 de octubre de 2010

COSAS INFANTILES

Voy a salir a la inaguración que hacen en el Centro Cultural; una amiga dominicana que es tremenda artista expone. Me he duchado, me he puesto para la ocasión (que basicamente es la ropa que llevo siempre pero con zapatos deportivos en lugar de chanclas) y me he mirado las uñas no sea que fuera a estar llenas de porquería. Estaban. La verdad no es que me importe mucho ya que es consustancial a mi manía de estar escarbando en la tierra por mi tendencia jardinística; si me preocupo de esa parte del aseo es más por estética... o para que no me vengan echando el discurso.
Tengo un no se qué con las uñas "rellenadas"; pero es un no se qué que tengo clarísimo, y nada tiene que ver con fetichismos extraños. Mi suerte quiso que creciese en el campo (aunque fuera en una mansión); excepto por vacaciones en que venían mis cuatro millones de primos el resto del año lo pasaba bastante solo, pero no encerrado; tenía, naturalmente, al campo; con él - entre muchísimas otras cosas - a los campesinos de la zona; gente con trato agradable que como a niño me trataban. Fuera que estuvieran en vendimia, recogiendo avellanas, podando sarmientos, segando trigo... para mi ellos representaban el misterio de lo que tenía que ser un ser maduro, lo que se supone que yo mismo terminaría convirtiendome: Altura, piel curtida, alguna cana, semblantes más angulosos, pelo en el pecho, barba a medio crecer, manos ásperas y.... uñas ralas llenas de negritud! El respeto y admiración que tenía a esos hombres y mujeres que siempre trabajaban hicieron que desde entonces asociara las uñas rellenas con algo que tiene que ver con dignidad. Bien es cierto que a la que fuí creciendo me fuí dando cuenta de que hay uñas que identifican suciedad, pero cuando voy por los campos y veo esas uñas desgastadas y oscuras inevitablemente siento la dignidad de la persona que las lleva. Me entran ganas de decir, "por favor! no os las limpieis; eso es simbolo de vuestra grandeza; grandeza que debe ser conocida!"

miércoles, 27 de octubre de 2010

El botellero

Hacía tiempo que no pasaba el hombre;  un montón de botellas se acumulaban en el patio trasero de mi casa. Esta mañana he visto su viejo y destartalado triciclo parado en el parqueo, he supuesto que él estaría rebuscando en las basuras del vecindario; me he arrimado a la ventana y he gritado: botellero!; desde lejos  ha venido su voz concisa: “weeepa!”; a la que he contestado “por detrás del pasillo”
El pasillo es el lateral de la casa que conecta el patio con la calle. He ido hasta allá para acercar las botellas y poder  entregárselas cuando viniera; pero no llegaba. Me ha extrañado, normalmente es rápido en la llamada. He vuelto a gritar, “Botellero!”, pensando que quizás no supiera de donde venía el primer llamado. “Ya va! Ya va!”, ha contestado próximo.
Al asomar tras el muro le he dicho con habitualidad “Tiempo sin verle!”,  a lo que él ha replicado; “he estado malo don, he estado malo”
El botellero andaba lento, arrastrando la pierna; su expresión manifestaba dolor disimulado o, mejor, íntimo.
En el tiempo  en que lo he conocido nuestros diálogos (si así se puede decir a cosa tan escasa y corta) apenas  daban ocasión más que para un verbo… y a veces ni eso!,  un “Dios le bendiga” y un “gracias a usted”;  pero esta vez la circunstancia  obligaba a más extensión.
Muy poco a poco el hombre se ha ido acercando a la verja, su pierna derecha no bajaba recta, hacía un raro y abierto ángulo que se iniciaba a partir de la rodilla, justo en cuya altura se podía observar de forma clara un hueso -  posiblemente la parte superior de la tibia - que empujaba la piel hacia fuera.
-          “y qué pasó?” – le he dicho mostrando interés
Me ha relatado el suceso;  conciso, serio, sin más drama que el que el propio suceso tiene.
-          “Me accidenté” – ha dicho – “se me volteó el triciclo y me rompí la pierna”
-          “Pero” – he preguntado sorprendido de  que no se la hubiese curado – “¿no se ha hecho chequear por un médico?”
-          “Si, sí” – ha continuado – “lo que sucede es que yo me dirigí al hospital y tras mucho esperar me dijeron que tenía que pagar cuatro mil pesos” – ha hecho una pausa – “Yo soy solo, sabe, así que para juntarlos no me tocaba otra  que recoger cuantas botellas me fuera posible; pero los del mercado me ayudaron  y entre todos  consiguieron lo que necesitaba”.
-          “¿Entonces… qué pasó?”-
-          “ Entregué los cuatro mil pesos pero dijeron que ese día no podían atenderme que volviera en un par de días. Resulta, don – ha aclarado -  que los médicos están enfadados con el gobierno porque no les suben los salarios. Yo les dije que si bien entendía el enfado que tenían, no comprendía porque no podían atenderme a mí. Me trataron mal, sabe?. Volví a los dos días, pero me dijeron de nuevo que si no llevaba cuatro mil pesos que no me podían atender; les dije que yo ya había entregado los cuatro mil pesos, pero ellos dijeron que no era así, y me trataron de mentiroso ”-  
No hay rencor en sus palabras, ni siquiera resignación, simplemente explica los acontecimientos como quien explica un viaje, como si aún no hubiera acertado en dar con la puerta que finalmente le solucionará su mal.

-          “Si me consigo pronto la comida de hoy” – ha continuado – “ iré a la sede del PLD (partido en el gobierno) para ver si allá alguien me escucha”. “Sabe? Este paísito se nos está escapando; incluso para ustedes, porque yo se que aunque ustedes vivan bien también se eximen de muchas cosas”
Ha empezado a empujar su triciclo para seguir con su acostumbrada ruta de basuras.  Le he dicho que esperase, he buscado en mi billetera, desgraciadamente no tenía más que cincuenta pesos (un euro). Se los he dado.
-          “Qué Dios le bendiga siempre” me ha dicho generoso
-          “Qué Dios le bendiga a usted”, le he dicho convencido.

CONFIESO


Confieso que rezo cuando me agobio más de la cuenta. “Ajá!”, me diréis, “entonces….?”; entonces nada. No es que me ponga en manos de Dios o de un supuesto Dios, sencillamente es un mantra que me enseñaron a modo de oración  que consigue por su propio ritmo y sonido obstaculizar por instantes el pensamiento, pena, agobio  o miedo que me enloquezca. Es el Om del yoga a la cristiana.  He de decir que no me vale cualquier oración; antes solo eran dos, el avemaría y el padrenuestro;  las  soltaba acelerado y sin respirar, atravesadas y pisoteadas las palabras unas contra las otra, mal vocalizadas y comiéndome la mitad de las frases. En cámara lenta sería algo así:
Padrenuestroncielosanticadosetunombrevengotrosreinohágasetadcielotierra, amén”, seguido - tras un rápido respiro por - “Diostesalvemariaenaegraciañortigobentumujeresditoofrutojesus,glrbrrrdoresrgraa; amén
Un día sin embargo me salió espontánea aquella que me trae dulces recuerdos:  “cuatro esquinitas tiene mi cama cuatro angelitos que me la guardan”.  Repetida una vez tras otra no puedo quejarme de su efecto balsámico.
La cosa está en decirlas a la velocidad del sonido, con el ritmo adecuado, las respiraciones en su sitio y repetirlas hasta el cansancio, cansancio que finalmente te da la cordura para volver a ponerte en tu sitio.
Con el paso del tiempo, ante un muy triste acontecimiento que requería de todos los “oms” “avemarías”  o “padrenuestros” disponibles - de tanto que era el dolor - oí, de repente (en las cien mil veces repetidas oraciones) frases que cual espadas me violentaban; es decir, me oía a mi diciendo frases que me violentaban; la primera de ellas fue  “hágase tu voluntad”. Sonaba dura y tremenda, cortante e insultante. ¿Cómo podía yo decir hágase tu voluntad?, ¿cómo podía yo conceder ante ese mal terrible?;  estaba petrificado  y decidí no seguir rezando; pero no me quitaba de la cabeza esa maldita frase, no podía quitármela de la cabeza; hasta que comprendí… y al comprender, pude de nuevo usar mi mantra tan necesario, pero  al rato otra frase tronó con igual dureza que la primera: “perdona a quienes nos ofenden”.  Al igual que aquella frené en seco, y del mismo modo se quedó enganchada en mi mente para finalmente volver a comprender. Deslumbró por último un  “no nos dejes caer en la tentación” que me pareció idiotez supina en el instante en que estaba, por no entender en que tentación podía estar yo cayendo cuando había perdido ya el hambre y todo atisbo de ánimo; sin embargo, igual de obstinada que las otras, no la olvidaba. También, esa vez, comprendí.
Tanta fue mi sorpresa que me puse a repasar verso tras verso, tanto del avemaría, como del padrenuestro. El avemaría no es más que lírica, pura idolatría; el padrenuestro sin embargo se desveló como compendio de sabiduría que iba más allá de lo cristiano, más allá de lo religioso; tan aquí en lo humano!.
Elimina el componente religioso-idolátrico en cualquiera de las dos plegarias (o en cualquier otra oración habitual de cualquier religión) y se diluyen en la nada; no así con el padrenuestro
“Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre”, venga a nosotros tu reino; no es otra cosa que reconocer el todo y la grandeza del todo, reconocer agradecidos aquello que nos rodea y existe (nosotros mismos como parte de ese todo y esta existencia); capaces de hacer eso naturalmente viene el reino, o sea la calma interna.  Imposible sin aceptar previamente que nuestra voluntad está a merced de la aleatoria misma de la vida, al hecho de vivir; es decir, que por mucho orgullo o vanidad que tengamos somos impotentes ante lo súbito, lo inesperado. Asumir lo que sucede requiere de algo preciadísimo y escaso: humildad.
Cierta gente me decía entonces: “no es justo”. Me pregunto, ¿qué justicia  hay ante la muerte y a quién se la reclamas? ¿cómo satisfaces la pérdida de alguien que nos dejó sin más?. ¿Cómo sino aceptando tu pequeñez o la brevedad de la vida puedes seguir viviendo sin carga, todavía con aliento?; aliento como estímulo vital necesario día tras día (el pan).
“Perdona nuestras ofensas así  como perdonamos a quienes ofenden”. Uyyy!!! Ufff!!!  necesita explicación?  Es sanación, pura sanación como lo que tratan de convencernos en las terapias, liberarnos de los rencores que producen a su vez mas rencores, del odio que produce ira… Perdonarnos a nosotros mismos para poder perdonar.
La utilización del dolor, del rencor, de la falta de voluntad, del victimismo, de la rabia… eran en esos instantes la tentación real, así como el dejarse llevar y abandonarse de tal modo que otros tuvieran que velar por ti.
Curioso y desconfiado que soy, averigüé el origen de esta oración por la demasiado sabia en  consuelo y consejo humano. No es - como supuse - de origen cristiano; bien que el cristianismo la eligió y/o desarrolló sabiamente como la más importante  de todas sus oraciones.