Sobre Religión

sábado, 23 de octubre de 2010

Pensaba los otros días coger y salir viajando por el mundo, un año, dos... los que fueran. Me veía hacia África entre desiertos y selvas, entre tribus y otros pueblos; recorriendo paises, traspasando fronteras. Días más tarde me preguntaba cúal era el afán de ese viaje y me respondí que conocer diferentes realidades, diferentes visiones del mundo y de la vida. Al tiempo entendí que sólo se conocen realidades desde la mente, desde lo más profundo de la experiencia; entendí que el hombre de aquí o de allá interpretará en base a su inmediatez y que es universal sólo el que supera esa inmediatez - alumbrado por la idea de que la realidad en si misma no existe sino que es creada como evasión a la pregunta y al vacio -; así, ese viaje exploratorio y exterior se me desvelaba similar a cualquier viaje alucinógeno con sustancias químicas, pura necesidad de provocación del estímulo; salvo que en el segundo la experiencia es extraordinariamente rápida. Mi viaje africano se convierte entonces en viaje interior, en libertad de la emoción... en lo que me atrevo a estar haciendo: aventurarme al día a día sin miedo o, mejor, con valentía.

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