Sobre Religión

sábado, 23 de octubre de 2010

La palabra humildad viene de la palabra "humus" ( humus quiere decir tierra, suelo). Derivo que en el hombre primitivo, inventor de palabras relacionandolas con su entorno sensible (la famosa idéa de la creación metafórica de la palabra que hace Ortega) el término humildad está definitivamente unido con la tierra, por algo bien sencillo: tocar (oler) tierra, no tanto como rebajarse, sino por volver a lo fecundo y a lo esencial; a lo no creado por el hombre y que es por sí mismo. Derivo, asimismo, la falta de espiritualidad manifestada en la amenazadora frase de "polvo eres y en polvo te convertirás" carente de cualquier ápice de hermosura y de poética materialidad de haber nacido del barro o de la arcilla, a la cual volvemos para renovar feraces los ciclos eternos.

En cierta ocasión fuí a visitar a una mujer a quien desde hace tiempo admiro por su dedicación exclusiva a ayudar a gente necesitada. Había contraido una grave y muy dolorosa enfermedad en los huesos. Conociendo su naturaleza pensé que la encontraría resignada ante tal situación; pero no!, resuelta como es ella me dijo; "Sabes? Eduardo, de tanto en tanto no va mal cierta humillación; con todo esto tengo que joderme, ya sabes que soy imparable; pero ahora tengo la posibilidad de aprender lo que es ese dolor físico que tanta gente con la que me codeo sufre; podré entenderlos mejor".  Por primera vez en mi vida la palabra humillación adquirió un sentido positivo y práctico. Ciertamente sólo es capaz de humillarnos aquel que nos conoce.... es decir aquel que conoce nuestros puntos débiles... puntos que requieren nuestra revisión y reflexión, es decir obligan a un acto de humilad si lo que queremos es crecer y madurar como personas.

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